Llevo algo más de dos años viviendo entre Lavapiés y La Latina, y hoy me he dado cuenta de que apenas conozco ninguno de los dos barrios. Sé donde está el metro, mi gimnasio, los supermercados donde compro, el mejor bar de tapas, una cafetería vegana y poco más.
Sin motivo, ni tampoco mucha gana, he salido a la calle a dar una vuelta. A caminar sin más. Entre los puestos del rastro, por las calles que suben y por las calles que bajan. Hace calor. Quién dijo otoño. Voy solo, en silencio, procurando no hablar conmigo mismo en voz alta. Y las ideas para este post han empezado a fluir. Como antes me fluían. Será que llevaba mucho tiempo sin parar a escucharme. Es muy posible.
He decidido comprar algo para comer. Un kebab. Un bocadillo. Una empanada. No sé. Y entonces he llegado a un asador de pollos y el olor me ha llevado por un momento a la mesa de muchos domingos, con mi familia, con mi padre diciendo aquello de que el pollo asado le gustaba, pero un par de veces al año.
Y aquí estoy. Sentado en el asador, rodeado de este olor que me encanta y esperando a que me den medio pollo asado con patatas. Y escribiendo este post.
Me gusta mi barrio. Me gusta el pollo asado con patatas. Y me gusta que las ideas empiecen a fluir. Que no paren de hacerlo.
y a mi me gusta que vuelvas a escribir 🙂
A veces hay que detenerse para volver a encontrar la dirección y las ganas.
y lo mejor es que las ideas fluyan, se muevan, no se atasquen…
me encanta
A mi tb me gusta el pollo asado y el olorcillo, mmmm!
Tu barrio está genial, así que a explorar más a menudo!!
Besitos!
http://www.elcajondemeriel.com
¡Pero si somos vecinos! Yo también vivo entre Lavapiés y La latina (desde hace poco más de un año).
La calle del pollo asado…Mmmm, pues bajas un poco y te tomas el aperitivo conmigo… 😉