Últimamente me ha dado por subir a Instagram fotos mías con poca ropa. No desnudo. Con poca ropa. Mi ego físico necesita alimento en forma de likes y ciber piropos. Será la soltería mental, que me tiene revolucionado.
Reconozco que a veces me preocupa… A veces me viene la idea de que no debería hacerlo, de que puede tener consecuencias, de que los escritores no van enseñando sus pezones por ahí.
Pero rápidamente me doy cuenta de que no puedo estar más desnudo que en los textos que escribo. Más desnudo que en mi novela. Es imposible. Hay más de mi intimidad en cualquier palabra de La muerte no huele a nada que en una foto de mi vello púbico. Eso es así. Y lo es porque no concibo escribir sin poner el hígado sobre el teclado.
Y cuando el hígado se muestra, ya no hay pezones que lo eclipsen. Ni vello púbico. No hay mayor desnudez que la del hígado sobre el teclado. Debería dejar de preocuparme.
Donde está la foto del vello púbico? Esa se me pasó! Jaja. ENHORABUENA!