En los últimos días he recibido varios e-mails de adolescentes gais que están sufriendo muchísimo por lo que su religión (en estos casos, la católica) les hace creer sobre la homosexualidad. Se trata de unas creencias muy limitantes que provocan sentimientos francamente dolorosos.
Poco puedo opinar de otras religiones, pero de la católica, sí. Sencillamente porque, al igual que la inmensa mayoría de españoles de mi generación y de muchas otras, fui criado en esta fe. Fui bautizado, iba a misa, hice la comunión e, incluso, llegué a ser catequista. A medida que fui creciendo, me fui alejando de esta religión por bastantes motivos, entre los que se encuentra el descubrimiento y aceptación de mi propia homosexualidad.
Te estoy contando esto no para que hagas lo mismo que yo. Si estuviéramos en un bar y habláramos como amigos, te daría mi opinión personal sobre la religión católica y te aconsejaría determinadas cosas. Pero eso si fuera en plan de amigos. Aquí estoy hablando como coach y mi papel no es transmitirte mis ideas, sino que tú mismo descubras las tuyas propias, las que te van a beneficiar a ti.
En resumen, para la Iglesia Católica, ser gay te convierte en un pecador y te condena directamente al infierno, a no ser que mantengas tu homosexualidad reprimida durante toda tu vida, sin poder amar a otros hombres, ni tener relaciones sexuales de ningún tipo.
De este modo, se produce un fuerte conflicto entre lo que la persona es, en este caso homosexual, y lo que su religión dice al respecto. ¿Y qué solemos hacer? En lugar de cuestionarnos esos mensajes religiosos, nos cuestionamos, fustigamos y castigamos a nosotros mismos, tratando de convertirnos en alguien que no somos.
Atrévete a cuestionar lo que tu religión dice
Tanto si tu religión es la católica como si es otra cualquiera, da un paso adelante y cuestiónate lo que esta te inculca. Eres una persona racional y con capacidad para analizar, debatir y generar ideas propias. Saca tu sentido crítico a la luz y no te limites a creer a pies juntillas lo que te dice.
Profesar una fe concreta no es sinónimo, ni mucho menos, de tener que ser un borrego. Tienes la libertad, el derecho y hasta la obligación de cuestionarlo todo. Que no se te olvide.
Te sugiero algunas preguntas para que te cuestiones lo que la religión católica piensa sobre la homosexualidad (no dudes en adaptarlas a tu religión concreta):
- Si Dios es amor, ¿qué opinión real tendrá sobre que me enamore de otros hombres?
- Si Dios nos creó a todos según su imagen y semejanza, ¿para qué me castiga por ser de una forma que él mismo ha elegido para mí?
- Siendo lo más objetivo posible, ¿cuál es el daño real que provoco a los demás siendo gay?
https://www.youtube.com/watch?v=3h5y1Y0CjwA
Identifica las creencias limitantes
Asume que ser homosexual no es nada malo. Son las creencias que, en este caso, tu religión te ha inculcado las que te hacen ver tu orientación sexual como algo negativo. ¿Pero sabes qué? Puedes cambiar esas creencias por otras diferentes.
Coge tu cuaderno y un bolígrafo, que es momento de trabajar de forma práctica. Empieza por tener claro cuáles son esas creencias sobre la homosexualidad que tanto te están perjudicando. Lo puedes hacer de la siguiente manera: pon en una hoja de papel “Ser gay es…” y a continuación dedica 10 minutos a escribir de forma automática todo lo que te salga al respecto. Hazlo sin pensar y sin juzgarte. Simplemente deja que la mente genere pensamientos y anótalos todos.
A continuación haz lo mismo pero con las frases “Si soy gay, entonces…” y “Vivir mi homosexualidad hará que…” como inicio.
Cuando tengas la lista completa, repasa todas las creencias, marca aquellas que te están perjudicando (en definitiva, que son limitantes) y presta especial atención a las relacionadas con tu religión.
Cámbialas por otras que te potencien
Ahora que sabes cuáles son las creencias limitantes que te ha inculcado tu religión, es momento de hacer que pierdan fuerza. Para ello, intenta dar respuesta a preguntas como estas:
- ¿Qué precio estoy pagando por tener estas creencias?
- ¿Qué me aportan de positivo?
- ¿Cómo será mi futuro si mantengo estas creencias?
- ¿Para qué me sirven estas creencias?
Dedica tiempo suficiente a responder por escrito a estas preguntas y reflexiona sobre las conclusiones a las que llegues. Tras ello, redacta una serie de frases positivas que te ayuden a contrarrestar esas creencias que te están haciendo daño y tenlas muy presentes en tu día a día (repítelas mentalmente siempre que puedas, ponlas en post-its por la casa, escríbelas a diario diez veces…) hasta que se conviertan en nuevas creencias potenciadoras.
En definitiva, si tu religión te hace sentir mal por ser quien eres, puedes hacer tres cosas: buscarte una religión nueva, alejarte al máximo de tu religión o coger aquellas partes de tu religión que te favorecen y renunciar al resto. Lo que no debe ser una opción es reprimir o pretender alterar algo que es imposible de cambiar, como es tu orientación sexual.
Recuerda: puedes dejar de ser católico, cristiano, budista o lo que sea. Lo que no puedes dejar es de ser gay. Tu religión es una elección. Ser homosexual, no.
Si deseas tener una sesión de diagnóstico gratuita para empezar tu proceso de Coaching, no dudes en contactar conmigo.