Cada vez tengo más claro que hay que hacer cosas para tener contentos al espíritu y al corazoncito. Y qué mejor forma de tener contento al corazoncito que dándole alegrías al estómago. Así que últimamente me está entrando una neura casi obsesiva de búsqueda de recetas para experimentar en mi nueva cocina.
El problema es que, al tener poco tiempo, esta labor de investigación suele quedarse en eso, investigación, y por lo general no llega a convertirse en pollo asado. Por el momento, mi logro ha sido perder mi virginidad bizcochera, con la preparación de un estupendo bizcocho de Cola Cao (receta aquí).
Además de la batidora, el horno y demás recipientes, mi utensilio principal fue la cámara de fotos, así que aquí os traigo algunas imágenes del proceso. Para los que quieran probarlo, debo decir que ya no quedan ni las migajas. Este ha sido solo para mí, porque oye, si salía malo, no era plan de intoxicar a los amigos. Pero para el siguiente, que espero que sea antes de navidad, habrá fiesta bizcochera.
Dejando los bizcochos aparte, mi próximo reto pasa por adentrarme en el mundo de los potajes, con unas lentejas o unos garbanzos solo dignos de madres expertas en el arte del fogón, con su choricito, su morcilla y lo que se me cruce por el camino. ¿Se nota que sigo regular del estómago y tengo más hambre que donde la hacen?
Por cierto, entre plato y plato, que no se te olvide votar ‘La muerte no huele a nada’ a los Premios Shangay en este enlace, que si no te quedarás sin probar el próximo bizcocho.
[…] alias @unpatitodegoma y es de bizcocho casero. Me lo pasó hace algunas semanas cuando vio que yo había hecho el de Cola Cao. El resultado tiene una pinta estupenda. Y la música también es muy divertida. ¿Hay sitio más […]